A veces imagino a Afí un joven Polinesio que vivió en Maui por allá en el 300 A.C. Lo imagino mirando desde la playa el colosal océano y comprendiendo que existe una inmensidad más allá de su isla, imagino cómo la curiosidad se anidaba en sus entresijos, después como esa curiosidad se convertía en deseo y el deseo en ímpetu imparable. Tomaba su canoa y se aventuraba al tenaz orbe.
Así como ese joven Lapita del 300 A.C éramos mi socio y yo en el año 2010. Llenos de furor, porfiados y algo testarudos nos montamos sobre nuestra primera canoa guiados por nuestro primer mapa “un plan de negocios”. Así zarpamos en este viaje sin retorno, dejando atrás la seguridad de nuestros empleos estables y lo que algunos llaman “la zona de confort” dispuestos a navegar con la incertidumbre siempre a nuestro lado, inexpugnable e imposible de vencer o persuadir. Estoy seguro que nuestro amigo Afí estaría de acuerdo conmigo en que el temor a lo incierto se albergará durante todo el trayecto y que no existe tablazón para que ese temor se baje, más bien como emprendedor hay que aprender a vivir con él.
Nos embarcamos en una travesía de largo aliento y hacerla en un solo envión era imposible, así que como los Polinesios debimos viajar de isla en isla, en nuestro caso encontramos salvadores como el Parque del Emprendimiento, RutaN, Biointropic y MinCiencias, todas ellas nos brindaron recursos, aprendizajes y un nuevo aire, pero siempre sabiendo que nuestra estancia sería perecedera.
No pasó mucho tiempo para que descubriéramos que la pequeña canoa que teníamos no sería suficiente para el largo viaje, así que, por necesidad tuvimos que innovar hasta desarrollar un catamarán de doble casco; en el 2012 conseguimos nuestra primera patente, construimos la planta de producción, invertimos casi todos nuestros recursos en I+D hasta que en el 2019 desarrollamos nuestro portafolio de productos y servicios. Afí desde su onírico universo nos haría un guiño de aprobación. Pero la embarcación no es nada sin sus tripulantes, por eso también reclutamos marineros apasionados, nuestros apreciados colaboradores y aliados como la Universidad CES, la Universidad de Antioquia y fondos de inversión como Taurus, la Fundación Sofía Pérez de Soto y TIG (Tech Innovation Group). Ahora sí, nuestro amigo Polinesio estaría orgulloso de nosotros.
Por supuesto no todo fue un viaje apacible, hemos resistido poderosas tormentas, desabastecimientos, afrontado míticos monstruos marinos que créanme sí existen. Vicisitudes que nos han llevado a la frustración, a veces al desconsuelo o incluso a airarnos. Es pues, en estos momentos que recordando los aprendizajes de los polinesios; Afí nos aconsejaba “No debemos renegar sobre el mar (el mercado) más bien debemos entenderlo y navegarlo en sinfonía”, el mar es cambiante y en ocasiones impredecible, por eso la innovación constante es lo único que nos sortea un naufragio asegurado.
Este año lo cerramos celebrando el hecho de que recibimos de la mano de la ANDI y la revista Dinero el reconocimiento como la empresa más innovadora del sector de alimentación animal y la número 19 en todas las áreas. Lo recibimos con jolgorio y humildad pues entendemos que significa el compromiso de seguir navegando y nunca parar de innovar.
Buen viento y buena mar marineros, compañeros innovadores.
Jorge Darío Rueda
COO & Co founder BIALTEC
“Gira tu rostro hacia la luz y las sombras quedarán atrás” (Proverbio Maorí)